Cierto día, una huallata seguida por sus polluelos caminaba orgullosa
por la orilla de una laguna. La mamá zorra admirada, observaba la belleza
de la huallata y sus polluelos desde lejos. Acercándose a la mamá huallata le conversó
de la siguiente manera: _Señora huallata, por favor, dígame ¿Por qué
las patitas de sus pollitos son tan coloraditas? La huallata llena de
orgullo respondió: _Las patitas de mis hijitos son tan coloraditas porque
yo las he tostado en ceniza y fuego dentro de un horno. Tú también hornea a tus
hijos, para que sus piececitos sean coloraditos. Cuando escuches que revientan
vas a decir: ¡ay!, ¡ay!, ¡ay!.La zorra creyendo que era cierto regresó
corriendo a su casa y horneó a sus
cachorros y cuando el fuego crepitaba, ella decía_ ¡ay!, ¡ay!, ¡ay!, tal como
había sido instruida por la huallata. Pero al sacarlas del horno los cachorritos
se encontraban completamente chamuscados; la zorra lanzó un alarido de susto e inmediatamente
se echó a buscar a la huallata, diciendo: _¿Dónde está esa huallata? Y corrió
hacia la laguna en su búsqueda. La huallata al verla se fue a centró de la
laguna. La zorra queriendo atrapar a la huallata comenzó a beber el agua de la
laguna y de tanta boconada de agua murió. Así, de esta manera, la huallata
se burló de la mamá zorra.
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